BERLÍN, Alemania.- Las armas de destrucción masiva comenzaron a ser desarrolladas en las décadas del 40 y del 50. Hay diversos tipos de tecnologías en esta carrera armamentista, pero se destacan tres.
La más conocida es la bomba atómica. Se considera a Robert Oppenheimer su principal “creador”. Los primeros lanzamientos, efectuados el 6 y el 9 de agosto de 1945 en Hiroshima y Nagasaki (Japón), fueron de una magnitud tal que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial. Las bombas atómicas son fabricadas con plutonio o uranio radioactivo. La reacción en cadena que desatan libera energía en forma de calor, presión y radiación. Puede matar a cientos de miles de personas y devastar superficies enormes en un breve lapso. La radiación genera además daños de salud a largo plazo.
La bomba de hidrógeno fue desarrollada bajo la dirección de Edward Teller en Estados Unidos. Fue detonada por primera vez en 1952 en el océano Pacífico. Su potencia es superior a la de una bomba atómica. Libera energía por medio de una fusión de los núcleos de deuterio y de tritio, isótopos del hidrógeno, en helio. Para hacer detonar este tipo de bombas se requieren más de 100 millones de grados. Por eso una bomba de hidrógeno contiene una bomba nuclear que funciona como detonadora.
Por último, la bomba de neutrones mata a seres vivos sin dañar construcciones y edificios, ya que liberan la mayor cantidad de energía en forma de radiación de neutrones. (DPA)